Vivo cerca de un arroyo bastante inadvertido pues sus aguas vienen y van, a veces fluyen desbocadas otras en cambio van susurrando una dulce melodía. Mis días pasan aprendiendo del viento, del agua, de la tierra y de los animales que por aquí vienen, y ¡cómo no! cuidando a todos los seres que viven en el bosque.
Poco a poco los iremos conociendo a todos: los sanadores son árboles cuyas hojas tienen propiedades medicinales, a los frutales les gusta obsequiar sus frutos a los humanos que viven cerca, nos adentraremos en el Huerto Velado y veremos quién vive por allí en cada época del año, visitaremos el Jardín de las Mil Flores y otros lugares y seres que nos acompañaran durante nuestro maravilloso recorrido.
Últimamente nuestra tierra ha estado muy ajetreada, con cambios constantes, todo alrededor ha crecido en belleza y frondosidad. Las rosas han creado un seto natural que aparta este pequeño paraíso y hace que pasear por sus tierras y entre sus arcos de hiedra y jazmín sea un paseo único.
Han llegado dos seres de las tierras blancas a vivir con nosotros, dos hermosos abetos que ya han crecido un palmo desde que llegaron y algunas flores curiosonas han decidido formar un círculo a su alrededor para acompañarlo y servirle de guía.
Este año con las frecuentes lluvias, el agua que se suele pasear cerca de mi morada, no ha dejado de visitarme, y el bosque está fresco y perfumado.